martes, 8 de mayo de 2018

La construcción de un Frankenstein



¿Porque creen que a Henri Falcón el gobierno totalitario de Maduro, le permite competir, hacer una costosa campaña, aparecer en todos los medios de comunicación? ¿Quién lo financia?  ¿Cómo Falcón se ganó ese derecho de representarnos para el cargo de Presidente de la República?
La estrategia está de anteojitos, Maduro se está volviendo loco y haciendo todo lo posible porque la gente salga a votar a favor de Falcón; él ya está quemado como gobernante, hecho trizas por tantos errores cometidos y señalado como el judas del drama venezolano, por lo que se ha convertido, a fuerza de abusos, en el mejor promotor de “su pana” Falcón (así aparenten diferencias y se digan incapaces).
¿Por qué creen ustedes que Maduro propició la intervención de Banesco, los apagones provocados por Corpoelec en el país, el fatídico aumento de salario que sólo exacerbará la inflación? ¿Por qué siguen los arrestos de personas inocentes días antes de las elecciones, o las amenazas de apropiarse de las remesas que nos envían desde el exterior? ¿Por qué ha ordenado la liquidación de PDVSA en los peores términos posibles para los intereses de la nación? ¿No es esa una estrategia para inducir miedo y perder los comicios?
Lo que Maduro quiere es entregarle una victoria electoral a Falcón en bandeja de plata, con un supuesto respaldo popular, como claman Fernández y Fermín; la gente desesperada, que además no resiste la pretensión ilusa de “expresarse a través del voto”, votará por la que cree única opción posible, la que tiene preparada el chavismo en la bajadita.
El chavismo hace aparentar que Falcón es diferente, cuando en realidad seguirán mandando ellos, en el caos que crearon, salvando el pellejo y buscando la impunidad; pretende, con un nuevo gobierno socialista “light”, que se abran las compuertas de la ayuda humanitaria, que se levanten las sanciones, que la justicia se olvide de los cabecillas del Socialismo del Siglo XXI, que todo cambie para que todo siga igual…
Falcón es un candidato al estilo de Frankenstein, el monstruo creado por la imaginación de la escritora Inglesa Mary Shelley, es un esperpento cocido a pedacitos, con el propósito de darle vida a un candidato viable del chavismo, mucha gente cree que se trata de una alternativa electoral para la oposición, esto debido a la participación de tantas personalidades de la supuesta oposición, pero el objetivo real es que el chavismo tenga una voz que no pertenezca al narcotráfico.
Aparentemente, la construcción de Falcón cuenta con el financiamiento de factores del partido demócrata de los EEUU, entre ellos los Clinton y Obama, que por intermedio de Eduardo Fernández, ha conseguido el financiamiento para su hechura, hasta la Universidad de Harvard y el Washington Post están involucrados en este constructo para el post-madurismo.
De hecho, según información de último momento, las bases operativas de los principales partidos de la oposición - Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y los demás - están trabajando en su campaña para incluir a ciertos candidatos opositores en los cuadros que acompañarán a Henri en los Consejos Legislativos de los estados, esto a pesar que las autoridades de estas organizaciones, los jefes, lo nieguen.
¿Cómo es posible que a un político venezolano, presidente de un partido de la oposición, o a un líder y ex-candidato, se les ocurra decirnos que hay que debatir (otra vez) si participamos o no en las elecciones del 20-5… que hay que ir a votar porque “es lo que hay”, y entre dos males, el menos malo es el mejor? ¿Por qué un Chúo Torrealba y tantos otros nombres que son sorpresa, están apoyando a Falcón?
La MUD decidió de manera formal - para efectos de la foto-, no votar, ya lo han explicado hasta la saciedad; aparentan seguir los lineamientos de la comunidad internacional, pero están dejando que sus aparatos políticos trabajen a toda máquina con Falcón para construirle el piso político al chavismo, ¿Qué ganan con eso? Es puro oportunismo, tienen con ello la venia de Maduro y Diosdado, quienes están preparando su salida del escenario para dejarles las ruinas a sus adversarios que nunca fueron tales.
Nosotros, los ciudadanos que creemos que el chavismo está podrido, de salida, que ya no puede ni debe aportar más nada al país, decidimos no votar para que no nos utilicen como peones. La trampa la van a hacer igual; en esos listados de votantes, que ya tienen preparados, ya tienen también el momento en que a Falcón, como a Frankenstein, un rayo le de vida propia; pero no vamos a suscribir la farsa, no vamos a ser un factor activo y cooperante de un acto ilegítimo.
¿A quién se le ocurre tratar de asustarnos con aquello de que estas son “las últimas elecciones de la historia”, la única oportunidad de salir de Maduro? ¿Con la manida idea de apoyar al sargento, porque él no es Maduro, para arreglar la carga después, cuando sea presidente? ¿Será que yo soy el único que puede ver la trampa?
Hay articulistas que alegan que existe una ideología anti Falcón. Esas personas no tiene la menor idea de lo que es una ideología, porque Falcón no tiene ideología a la que oponerse, es una pieza del aparato castrochavista, reiterada y probada en diversas circunstancias; es un funcionario menor y mediocre, por más especialidades académicas que pudiera tener; es un cínico oportunista, manejado por La Habana, con un discurso chavista que reitera su plan de un estado de planificación centralizada, dueño de las riquezas del país, con vocación socialista, paternalista, militarista y que propicia al estado benefactor, lo peor del asunto, es que será el salvo conducto para los que destruyeron al país.
Los argumentos que esgrimen los defensores del monstruo son pueriles, para ponernos en la falsa disyuntiva de “votos o balas”, alegando que las elecciones son “una oportunidad de oro” para salir de Maduro, renunciando al trabajo que todo político debería ocuparse en hacer, de construir alternativas y escenarios posibles, de pensar, imaginar y planificar mundos diferentes, de trazar estrategias viables para salir de la crisis… opciones distintas de las que nos ofrecen los socialistas castrocomunistas.
La estrategia de la abstención es considerada por la oposición pro-gobierno como un error, tratan de hacernos ver que no votar por Falcón, es igual que prorrogar a Maduro… éstos son los términos en los que expresan nuestra supuesta realidad, quieren convertir a Falcón en un candidato de la oposición cuando en realidad le están haciendo un candidato al chavismo, a lo que ellos creen todavía son mayoría.
Para los que no se hayan dado cuenta, el comunismo habanero le tiene impuesto a los venezolanos una herramienta poderosa de dominio, que es el culto a la personalidad; ellos escogen un candidato, le dan una imagen de líder y salvador, por medio de intensas campañas mediáticas lo posicionan como un héroe y visionario - el que lleva la antorcha de nuestras tradiciones-, y por medio de actos y ceremonias de estado, nos lo presentan como la encarnación de nuestro destino.
Todos esos articulistas que andan endiosando a Falcón como el nuevo redentor, o a Maduro como la continuidad de nuestros valores patrios, son gente pagada, palangre al servicio del castrocomunismo, cuyo único propósito es que no nos demos cuenta, que está en nosotros - como pueblo y nación-, la solución de nuestros problemas, con una pequeña ayuda de nuestros amigos y aliados.

Lo rápido que olvidamos los venezolanos

Ya nadie quiere hablar de una decisión de la Asamblea Constituyente cubana, que fue la que ordenó montar este show electoral, ni de la falta de condiciones para unas elecciones libres y abiertas; ya nadie quiere hablar de la nacionalidad de Maduro, ni del abandono del cargo del presidente, decretado por la Asamblea Nacional; ya nadie menciona las traiciones (que no son traiciones, sino política, según algunos desvergonzados analistas) del candidato Falcón, su miserable costumbre de saltar talanqueras, ni sus alianzas con el chavismo; para nada importa ya la experiencia, la moral, las ideas, la trayectoria y lealtades de un individuo como el sargento Falcón… 
Y si vamos a los últimos acontecimientos, ni siquiera importa que el TSJ legítimo y en el exilio, haya declarado a Maduro bajo investigación penal por corrupción y lo haya inhabilitado para ejercer la presidencia y menos aún, para ser candidato.
Lo que importa es que Falcon es el hombre que está allí, en una posición de poder, puesto en el lugar y las circunstancias por el dedo de Maduro y que - según la propaganda de su comando de campaña-, será el que llevará el país a la prosperidad, creencia que algunos esgrimen sin otro sustento que la fe ciega en otro redentor rojo, rojito…
A los políticos que apoyen esta barbaridad de elecciones deberíamos retirarles la palabra, execrarlos, condenarlos al ostracismo… ya basta de vagabunderías e hipocresías; estos momentos chiquitos, cuando la amenaza se agiganta sobre nosotros, nos dan la oportunidad de reconocer quién es un demócrata y quién no, quién quiere de verdad a Venezuela y quién la da por perdida ¿O es que alguien puede dudar de la barbaridad de amenazar a la gente con dejarla morir de hambre si no votan ese día? ¿Qué tipo de demócrata es ese que participa en tal circunstancia?
Y no me vengan a decir que el antidemocrático soy yo, porque no acepto sus posiciones de entregarnos al chavismo; ni me imputen que no tengo la tolerancia necesaria para la diversidad de opiniones, porque hay venezolanos que creen que una persona que promociona el suicidio colectivo está ejerciendo un derecho democrático y hay que permitirle que se exprese y defienda tal barbaridad.
Déjenme contarles la historia terrible de un predicador llamado Jim Jones y lo que hizo no muy lejos de aquí, en Guyana, en 1978, en un campamento en medio de la selva al que le puso su nombre: Jonestown.
Jones era un norteamericano, un líder carismático que logró construir una comunidad de adeptos, de personas con problemas de identidad, de vida, adictos y sin hogar, perdedores y víctimas de la sociedad, a quienes reunió en lo que él llamaba un “Templo del Pueblo”… se fue de los EEUU buscando un lugar donde pudiera experimentar con su comunidad, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Unas 909 personas, incluyendo 304 niños, fueron asesinadas en Jonestown, suministrándoles una bebida instantánea (Kool-aid) con una dosis letal de cianuro; la matanza se dio entre los discursos revolucionarios del fanático Jones, quien, entre otras cosas, pregonaba por los parlantes, en medio de los gritos de sus adeptos: “Paren la histeria, ésta no es la manera de morir de unos socialistas y comunistas, no es cómo vamos a morir, debemos hacerlo con algo de dignidad… la muerte es sólo un paso hacia otro plano… nosotros no cometimos suicidio; es un acto de suicidio revolucionario protestando por las condiciones inhumanas del mundo.”
Esa fatídica tarde, antes del sacrificio en masa, Jones había mandado a asesinar al congresista Leo Ryan, quien se había apersonado en Jonestown para buscar algunas personas que querían salir de aquella comuna de locos; sólo unos pocos pudieron huir de ese aquelarre de muerte y perdición.
Un demócrata, alguien quien cree en la libertad y la vida, tiene que identificar quién es su enemigo, y cuándo corre peligro, saber quiénes están atentando contra la democracia y los ideales republicanos, señalar quién está lo suficientemente loco para votar por su perdición… si no tiene ese instinto de sobrevivencia desarrollado, no podrá sostener una democracia.
En aquella comunidad de fanáticos de Jonestown nadie alzó su voz de protesta, todos obedecieron al líder y bebieron el veneno, unos por miedo, otros resignados, la mayoría obligados… en nuestro caso, lo elemental es saber en qué consisten unas elecciones libres y democráticas, quiénes son los candidatos, diferenciar un fraude de un acto institucional, saber cuándo callar y cuando actuar…
Nuestro caso se parece mucho al de Jonestown: los cubanos nos están ofreciendo un Kool-aid bien adobado con veneno para matarnos; los políticos de la oposición, que nunca fueron políticos ni de la oposición, actuando como verdaderos cooperantes, nos están aupando para que tomemos la pócima, para que la apuremos y pasemos al otro plano… y saben que la bebida es mortal pero, porque les tiraron algo, porque les engrasaron la caja de la esperanza, porque saben que éste es su último chance para hacer algo o ser alguien en política, vendieron su alma al diablo y ahora son promotores del suicidio… pues no, no se los vamos a permitir, ni nos vamos a quedar callados.
En esta estrategia absurda de crearle un líder al chavismo, Falcón tiene todas las de ganar, pues intentan que sea una figura de unidad entre los militares, ganará la simpatía de algunos opositores atolondrados, en su entorno se volverá a aglutinar las fuerzas de la izquierda que no quieren abandonar el poder, será visto como el candidato del consenso y alguien con quien los gobiernos del mundo puedan hablar, y con la anuencia de Cuba, será la ficha que les garantizará que su colonia venezolana siga cumpliendo con sus diezmos y obediencia a los jefes de la revolución continental y una voz autorizada para negociar con el Departamento de Estado de los EEUU, Maduro por el contrario tiene todas las de perder, aun ganando las elecciones gana Falcón, convertido en la nueva estrella del firmamento político venezolano y el obeso chofer de autobús llevándose toda la mala leche acumulada durante estos largos y horribles veinte años.
El régimen ya no se puede mantener, es imposible la sustentabilidad del Socialismo del Siglo XXI. No le demos el aliento que nos pide, estas elecciones no son elecciones, son un artificio para ponernos a pelear y a dudar de nuestras capacidades y posibilidades de sobrevivencia; lo que tiene Maduro es una bolsa de carnets de la patria, que por comida y alguna limosna, por la magia del CNE, serán convertidos en votos; la figura de Falcón es el nuevo truco que nos tiene reservado el comunismo internacional, con la ayuda de un grupo de traidores de la oposición, para no soltar la presa en que nos hemos convertido. 
El 20 de Mayo nos toca una encerrona total, que nadie en Venezuela salga a votar en esas elecciones chimbas. Aunque no parezca, ya eso es hacer algo; negarse a beber ese veneno, es un acto heroico por la vida.  -  saulgodoy@gmail.com


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