domingo, 22 de abril de 2018

La RAND Coporation, un think tank para cambiar el mundo



Para quienes nos gusta el estudio de las organizaciones generadoras de conocimiento, llámense academias, universidades, institutos de investigación, servicios de inteligencia, centros de prensa, organizaciones de opinión, laboratorios de desarrollo tecnológicos, grupos de crisis y de consultoría, y tantos otros, la figura e historia de los principales think tanks del mundo conllevan un extraordinario interés; pero la Corporación RAND merece un lugar especial, porque si bien no fue el primer think tank del mundo, sí fue el que definitivamente marcó el paso de todos los demás.
He publicado en varias entregas artículos sobre esta apasionante historia del empeño humano en desentrañar los misterios del universo, por medio de equipos de investigadores, reunidos en grupos de trabajo. No es tarea sencilla poner de acuerdo a tantos investigadores y expertos talentosos, en pos de nuevo conocimiento y descubrimientos, pero fue justamente durante la Guerra Fría que en los EEUU se creó este emprendimiento excepcional de la RAND, que tuvo, como uno de sus primeros retos, estudiar cómo carajo poner de acuerdo a tanto talento, egos, especialidades, con un presupuesto limitado y una administración urgida de resultados, y fueron de los primeros en crear un juego de reglas que aplicaba a investigadores trabajando en equipo.
La RAND nació en el seno de la Fuerza Aérea Norteamericana en 1945 como un grupo de investigación interno, pero básicamente compuesto por científicos civiles que trabajaban en empresas privadas de construcción de aviones, universidades y consultorías privadas externas; muy pronto se dieron cuenta de que aquel arreglo no iba a funcionar, pues muchos de sus miembros eran a su vez contratistas del estado, creándose un conflicto de intereses y una situación que contravenía la ley.
Aunque la RAND fue la criatura del General Henry. H. Arnold, y, por algún tiempo, estuvo bajo el ala del presupuesto de la defensa, cuando se convirtió en una corporación privada, uno de sus artífices más importantes fue Robert McNamara, quien ayudaría, desde la empresa Ford, a otorgar ayudas y financiamiento y, posteriormente, durante la administración de los Kennedy, le otorgaría un rol estelar desde el Pentágono y la Secretaría de la Defensa.
La RAND Corporation, fue uno de esos primeros híbridos extraños que nacieron en el mundo organizacional de la post guerra; pertenecía al mundo civil, aunque su principal contratista seguía siendo la Fuerza Aérea. Sus integrantes se negaron a pertenecer al mundo empresarial industrial de las grandes fabricantes, de donde muchos de ellos procedían, pues la cultura organizacional, alineada hacia la producción de bienes, afectaba el rendimiento y orientación de sus investigaciones; lo de ellos era la investigación pura, resolver problemas, preferiblemente los más complejos, sobre todo en aquellos asuntos que se convertirían en políticas públicas.
Para tal fin necesitaban una libertad muy especial y, sobre todo, apertura al conocimiento que generaban; es decir, si estuvieran bajo la administración de la Fuerza Aérea, la mayor parte de sus estudios serían clasificados como secretos (algunos lo están), y la necesidad principal de la institución era que sus investigaciones fueran continuadas y adelantadas por otros científicos y centros de investigaciones, en universidades, laboratorios y empresas en los EEUU o países aliados; ellos producían el material básico, la materia prima de los nuevos descubrimientos, necesitaban que la comunidad científica adelantara opinión, probara, construyera y realizara trabajos sobre sus avances.
La misión primordial de RAND durante la Guerra Fría era hacer del “arte de la guerra” una “ciencia de la guerra”, y sus científicos coincidieron en que podían lograrlo por medio del desarrollo del análisis sistémico y de los sistemas. Su instrumento principal fueron las matemáticas aplicadas y el análisis estadístico, de allí surgieron especialidades como la programación lineal y dinámica, sistemas de simulación, teorías de juego e inteligencia artificial.
Durante y posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, una enorme cantidad de dinero público fue canalizada por el gobierno de Washington hacia la investigación y desarrollo del sector militar; las guerras de Korea y luego de Viet-Nam pusieron mayor presión sobre estos aspectos, cuyo rasgo más visible fue el desarrollo de sistemas de armas.
Pero algunas de esas investigaciones se concentraron en temas mucho más discretos, como el resolver problemas organizativos, de manejo de presupuestos, de logística, de administración, de inteligencia, de procura, organizativos, de comando y control, logros que no se veían sino en el éxito o fracaso de las complejas operaciones que se hacían al otro lado del mundo, y en atención a las movilizaciones de grandes contingentes de tropas y material; sin este soporte de ideas, métodos, sistemas, ganar las guerras era más que imposible y, en esto, RAND era una mina de recursos inagotable.
La Fundación Ford recogió ese guante y les dio todo el apoyo que necesitaron para despegar como corporación civil, incluso se hizo garante de préstamos y obligaciones que la RAND contraía en contrataciones de equipos, personal y hasta en la edificación de una sede propia en California.
Sus trabajos principales se dirigían a satisfacer las necesidades estratégicas y de defensa de las fuerzas armadas, de allí sus desarrollos en el área de balística, cohetería, armas nucleares, satélites de comunicaciones y sensores remotos, electrónica, sistemas, inteligencia artificial y otras muchas áreas de investigaciones de punta; la RAND contaba con expertos ingenieros en casi todas las especialidades, muchos matemáticos de primera línea, estadísticos, analistas, diseñadores, aunque desde un principio se insistió en conservar su cuota de científicos sociales.
La RAND había logrado convencer a los altos mandos militares que había un mundo de factores y circunstancias que afectaban las decisiones estratégicas y que muchas de ellas estaban fuera de las ciencias duras, que necesitaban investigar y crear soluciones para problemas de logística, economía, sociología, psicología, sobre todo, teniendo en cuenta que era de primer orden conocer al enemigo a fondo, saber qué pensaba, cómo tomaba sus decisiones, porqué actuaba como actuaba, a qué le temía.
Uno de sus descubrimientos más importantes tuvo como contexto el desarrollo de sistemas de armas para los aviones de la Fuerza Aérea, durante los años 50; para aquel momento, los militares estaban convencidos de que tenían tal dominio sobre las investigaciones y desarrollo tecnológico, que llegaron a pensar que, desde el momento en que entregaban las especificaciones a los fabricantes, podían resolver la mayor parte de los problemas de diseño, de producción de las herramientas, de equipo y cualquier otro elemento que pudiera retrasar la manufactura y entrega del producto final.
El economista de Harvard, Bourton Klein, encabezó un grupo de investigación que le preparó a la Fuerza Aérea una presentación que los dejó en el sitio; entre sus conclusiones estaba lo siguiente:
Una mejor planificación, un más estricto control de arriba hacia abajo, la eliminación de duplicación inservible, la competencia entre secciones- esto amonta a la creencia general de lo que deberíamos hacer en el desarrollo militar de las investigaciones si no queremos que los rusos nos ganen en esta carrera. La verdad es todo lo contrario. El hecho es que la investigación y el desarrollo militar en este país están sufriendo de demasiada dirección y control, que hay demasiadas personas tomando decisiones y poniendo demasiados obstáculos para que las nuevas ideas lleguen a su desarrollo. La investigación y el desarrollo están siendo impedidos por la negativa oficial en reconocer que el progreso tecnológico es altamente impredecible, que es un espejismo que podamos avanzar más rápido y a menor costo planificando en detalle el futuro.

La Rand Corporation siempre se ha caracterizado por sus enjundiosos estudios sociales; país donde pone el ojo es inmediatamente escrutado a fondo, sus expertos se afincan en analizar información de todo tipo y relacionándola de maneras novedosas, creando escenarios y predicciones que ni los gobiernos de esos países tenían a mano. Recientemente leí un estudio que la RAND le hizo al gobierno de Israel sobre las prospecciones de sus programas de seguridad social (hoy en día los gobiernos pueden contratar a la RAND de manera privada para estudios de diversa naturaleza, lo hacen para complementar los propios y compararlos) y creo que es uno de los mejores trabajos de investigación sobre el futuro de una institución gubernamental que he leído.
Por la RAND Corporation han pasado innumerables premios nobeles de diversas especialidades; su plantilla de investigadores y consultores reflejan lo más granado de las mejores universidades e institutos de investigaciones privadas de los EEUU y Europa; su fama es de tal calibre que la RAND ha aparecido en múltiples films de espionaje y suspenso; se trata de una institución que ya pertenece al imaginario social y cultural norteamericano.
En 1966, la RAND tenía en su organización un Instituto Urbano, con expertos en el área de manejo de ciudades, en sus aspectos administrativo, urbanístico y de servicios sociales; en 1968 logran conseguir el contrato con el Alcalde de la ciudad de New York, John Linsay, quien tenía serios problemas de orden presupuestario, y ese año se conforma el Instituto New York City-RAND, que le dio un vuelco total a la ciudad más importante del mundo.
Este artículo fue preparado con base en el muy interesante trabajo de David Huanshell, The Cold War, RAND, and the generation of knowledge, 1946-1962, que es parte del Proyecto Histórico RAND, y que se puede conseguir junto con otro material en internet, el cual recomiendo para quienes tengan interés en el tema.
Por cierto, la RAND es un acrónimo de las palabras en inglés Research and Development, aunque hay autores que opinan es en realidad Research and No Development. De las opiniones recogidas en este trabajo hay dos que llamaron mi atención: la primera es que la RAND es lo más parecido a una universidad,  pero sin alumnos; la segunda se refiere a la denominación Think Tank, que para James Allen Smith, un investigador de estas organizaciones que tranzan en ideas, la expresión “Tanques de Pensamiento” (traducción literal al castellano) es “Una curiosa frase que sugiere, una extraña condición de aislamiento para aquellos cuyo trabajo es, justamente, la creación de políticas públicas, como también exhibe un prominente despliegue público, como si se tratara de un raro pez o reptil confinado detrás del vidrio de un acuario o un zoológico”.       saulgodoy@gmail.com







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