viernes, 2 de febrero de 2018

Nosotros, los Hiperbóreos




Si somos filósofos de otro modo, nosotros, los hiperbóreos, parece en todo caso que lo somos de una manera diferente de aquella en que en otro tiempo uno era filósofo.  Nosotros no somos en modo alguno, moralistas... No creemos a nuestros oídos cuando a todas esas gentes de antaño las escuchamos hablar. «He aquí el camino hacia la felicidad» — con estas palabras sale disparado hacia nosotros cada uno de ellos, con una receta en la mano y lleno de unción en su hierática boca. «Pero ¿qué nos interesa a nosotros la felicidad?» — preguntamos con total asombro. «He aquí el camino hacia la felicidad — continúan diciendo esos santos demonios con sus aullidos: ¡y aquí está la virtud, el nuevo camino hacia la felicidad!»... Pero, ¡por favor, señores! ¡Qué nos interesa a nosotros ni lo más mínimo su virtud! ¿Para qué, si no, cada uno de nosotros se pone al margen, se hace filósofo, se vuelve rinoceronte, se torna oso de las cavernas, se convierte en espectro? ¿No es para liberarse de la virtud y de la felicidad?
Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos, Tomo IV.

Quiero dedicarle estas líneas a uno de los hombres que más admiro, a un maestro que me ha brindado horas de profundas lecturas, a un ejemplo de honestidad intelectual y grandeza espiritual (aunque no me gusta su música), a uno de los filósofos de se encuentran en el Olimpo de mi más sincera admiración, y porque no decirlo, adoración, me refiero a Federico Nietzsche, el profesor de filología de Basilea.
Debo hacer un rápido recuento de lo que fueron sus últimos días, que empezaron a finales de diciembre de 1889 en Italia, en la ciudad de Turín, donde la noche cósmica lo reclamó para sí, disolviendo para siempre una de las mentes más bellas e iluminadas en la historia de la humanidad.
Olvídense desde ya de esa leyenda urbana, que dice que lo encontraron hablándole a un caballo en una plaza, ciertamente cuando perdió la razón su comportamiento debió ser cuando menos singular, pero no hay soportes para esa anécdota de borrachos o para impresionar turistas.
Nietzsche se volvió loco justo en el momento de mayor actividad mental en su vida como intelectual y editor de sus propias obras, muchas de las cuales tuvo que pagar de su propio bolsillo pues era un autor temido y rechazado por sus ideas tan controvertidas.
Estaba a punto de comenzar a organizarse para escribir su  Magnus Opus, un compendio de su obra filosófica que titularía Historia del Nihilismo Europeo, fue uno de los nombres que barajó entre sus notas y fragmentos que dejó en sus diarios, pero nunca pudo desarrollar su plan.
Los últimos años de su vida, por lo menos los posteriores a la publicación de su obra Así habló Zaratustra (1885), se la pasó viajando buscando otros aires para restablecer su delicada salud, le gustaba Italia, por sus paisajes, su cultura, el clima, sus aguas termales, muy distintas a las de Alemania, su actividad como pensador y escritor era intensa aunque la fama que se merecía, el respeto y las críticas a su obra no llegaban, la difusión de sus escritos era aún bastante limitada, hubo momentos en que el tiraje de algunos de sus libros no alcanzaban los 40 ejemplares, ni siquiera se ocupaba de venderlos, se los enviaba a los amigos y familiares, y todo salía de su bolsillo que estaba muy comprometido con su tratamiento.
¿En que estaba trabajando Nietzsche antes de perder la razón? El filósofo y profesor español Juan Luis Vermal en la introducción que hace al volumen IV de sus Fragmentos Póstumos, explica de manera magistral las profundidades a las que estaba buceando Nietzsche en búsqueda de la verdad, que era una de sus grandes inquietudes de toda la vida, cuestionaba la unidad del pensamiento y por lo tanto del mundo, que la tradición desde tiempos de Aristóteles, llamaban “verdad” que no era sino un acomodo, una construcción, de lo que se quería señalar como algo que existe como un ente.
Vemos una piedra y decimos, “esto es una piedra”, pero para Nietzsche esa piedra existe simultáneamente con el intérprete, es decir con el sujeto que la reconoce como tal, siendo el mismo sujeto inconsistente con su ser; yo, que señalo la piedra, y digo que es piedra, ni siquiera sé quién soy, ni puedo explicar cómo ese mundo en el que vivo se manifiesta, excepto, en ese modo de ver el mundo, en esa aproximación, que es apenas una manera de arreglar la experiencia para hacer el mundo manejable. Nos dice Vermal:
Lo que se llama «verdad» no puede aspirar entonces a ser una manifestación del mundo, de lo que es. Por eso el conocimiento no es tal, sino un modo de vérselas con el «mundo». Pero cuando hablamos así —y quizás no podamos dejar de hacerlo— parece que siguiéramos suponiendo un mundo, algo que está simplemente allí, y esto es precisamente lo puesto en cuestión. Naturalmente no se trata de que sea una mera nada y que todo se reduzca algún tipo de invento por parte de los diferentes intérpretes. Pero sin embargo la misma idea de algo «en sí» como constitutivo del mundo es inconsistente. Por eso, todo decir veritativo es «falso», sin que haya una verdad en forma de adecuación. Reconocer esta «falsedad» equivale para Nietzsche a salirse hasta cierto punto de las redes de una interpretación que sólo es eso, una interpretación, aunque no ciertamente para dejar de interpretar y pasar a captar una verdad, sino para reconocer el continuo movimiento falsificante y ponerlo en relación no con un mundo real trascendente sino con el poder que genera esas fijaciones. Esto es lo que Nietzsche a veces llama «vida» y a veces «voluntad de poder»: un título que sirve para señalar el carácter de un mundo radicalmente no substancial.
Esta idea de lo que es real es problemática ¿De dónde surge?  Nietzsche dice que surge de la vida misma, es la manera que tiene la voluntad de tener dominio sobre la existencia, aunque el problema planteado en estos términos es que se crea la paradoja, que la verdad se basa en la falsedad, no es su contrario, es su creación.
A todo esto Nietzsche afirma: “que las cosas tengan una constitución en sí con prescindencia de la interpretación y la subjetividad es una hipótesis ociosa” Es decir que la piedra exista por su cuenta sin tomar en consideración al observador es una patraña, pero el problema es que el observador no basta, no se trata de que el mundo o la realidad sean enteramente subjetivas, es que el sujeto y su interpretación también son invenciones, la subjetividad es también una interpretación.
Y aquí viene lo verdaderamente asombroso de Nietzsche, según lo explica el profesor Juan Luis Vermal: “El yo es una simplificación que se «pone a sí mismo» como fuente de conocimiento y sentido, cuando no es más que un efecto de superficie, que un síntoma que expresa el equilibrio logrado por impulsos que están debajo suyo. No se puede preguntar quién interpreta, sino que lo que se da es el interpretar mismo.”
Esa presunción de que soy “yo” el que se hace la pregunta sobre la piedra es una fantasía, no hay “yo”, lo que hay es una interpretación sin interprete, un sujeto inventado al que llamo “yo”, la vida misma se manifiesta como fuerzas y configuraciones de dominio, el que de ellas surja una identidad es lo que nos permite pensar, de esos primeros bloques de interpretación de la realidad, la metafísica (el platonismo) y el cristianismo generan otros bloques y los proyectan al mundo, anulando el sentido de la vida e inventando la verdad.
Para Nietzsche ese principio de vida la llama “voluntad de poder”, es la base que soporta nuestro mundo (realidad) y que genera esos bloques primarios que repetimos, no son otra cosa sino interpretaciones; los afectos, las funciones orgánicas, los conceptos de verdad y finalidad son esos bloques primarios que se imponen con el ánimo de manejar nuestro entorno, entendido esto,  se pueden desmontar todos los intentos históricos en el ámbito social y político por imponer ciertos conceptos dominantes en cuanto a la justicia, el amor o el mejoramientos de la humanidad.
Les recomiendo ir directamente a los fragmentos de Nietzsche y al desarrollo del profesor Vermal para aclarar aún mas estas ideas, como les mencioné son pensamientos apenas esbozados y nunca desarrollados por el filósofo.
Nietzsche ha sido uno de los autores más estudiados de los últimos tiempos, entre otras razones porque su esfuerzo intelectual abarcó gran cantidad de áreas: mitología, historia, estética, música, política, religión, filosofía, filología, psicología solo para nombras de las más destacadas, hay una literatura extensísima donde diversos filósofos han refutado todas sus teorías, igual que otros las han enriquecido y promocionado, la crítica ha sido implacable y gracias a ella su trabajo se ha enriquecido con nuevas perspectivas, pero lo más importante, su obra es conocida y su talento respetado, lo que en vida le fue negado, posterior a su muerte lo obtiene, y con creces, al punto que es considerado por muchos uno de los pioneros de la modernidad, su vigencia es incontestable.
Hay una descripción de su persona que me gustaría compartir con ustedes, se trata de lo que escribió Lou von Salomé, una de las mujeres que lo enloqueció de amor y que en dos ocasiones le pidió matrimonio y en las dos se lo negó, en su último encuentro que tuvo lugar en Tautemburgo en 1882, lo recuerda de la siguiente manera:
Al contemplador fugaz no se le ofrecía ningún detalle llamativo. Aquel varón de estatura media, vestidos de manera muy sencilla, pero también muy cuidadosa, con sus rasgos sosegados y el castaño cabello peinado hacia atrás con sencillez, fácilmente podía pasar inadvertido. Las finas y extraordinariamente expresivas líneas de la boca quedaban recubiertas casi del todo por un gran bigote caído hacia adelante; tenía una risa suave, un modo quedo de hablar y una cautelosa y pensativa forma de caminar, inclinando un poco los hombros hacia adelante; era difícil imaginarse a aquella figura en medio de una multitud- tenía el sello del apartamiento, de la soledad.  Incomparablemente bellas y notablemente formadas, de modo que atraía hacia sí la vista sin querer, eran en Nietzsche las manos, de las que él mismo creía que delataban su espíritu- Similar importancia concedía a sus oídos, muy pequeños y modelados con finura, de los que se decía que eran los verdaderos oídos para cosas no oídas. -Un lenguaje auténticamente delator hablaban también sus ojos. Siendo medio ciegos, no tenían sin embargo, nada de ese estar acechando, de ese parpadeo, de esa no querida impertinencia que aparecen en muchos miopes; antes bien, parecían ser guardianes y conservadores de tesoros propios, de mudos secretos que por ninguna mirada no invitada debían ser rozados. La deficiente visión daba a sus rasgos un tipo muy especial de encanto, debido a que, en lugar de reflejar impresiones cambiantes, externas, reproducían todo aquello que pasaba que cruzaba por su interior.  Cuando se mostraba como era, en el hechizo de una conversación entre dos que le excitase, entonces podía aparecer y desaparecer en sus ojos una conmovedora luminosidad:-mas cuando su estado de ánimo era sombrío, entonces la soledad hablaba en ellos de manera tétrica, así amenazadora, como si viniera de profundidades inquietantes…

Para 1888 su cegara era de 7/8, escribía pegando sus lentes a la página, sufría de insomnio, de jaquecas que lo incapacitaban, su digestión era pesada y cualquier cosa le irritaba el estómago, su humor variaba constantemente de exaltaciones jubilosas a profundas depresiones, Nietzsche siempre había sido un hombre robusto producto de su gusto por largas caminatas en senderos montañosos, tenía una vida frugal, casi  de asceta, no reportaba ninguna adicción excepto por el uso continuado de algunas medicinas que le fueron recetadas, entre ellas el Cloral para aplacar su insomnio, pero nada que implicara una dependencia.
Nietzsche vivía solo en una habitación alquilada en Turín cuando su cordura lo abandona, escribe cartas a sus amigos, extrañas, el sin sentido se apropia de sus notas, el 4 de Enero de 1889 se encienden las alarmas, algo no anda bien, ya venía manifestando ataques emocionales injustificados, alegrías extremas en un encuentro, llanto y tristeza en las despedidas, pero ahora dice estar ocupándose de organizar un congreso europeo de príncipes, que se realizará en Roma, y ya se encuentra redactando las invitaciones.
El casero de Nietzsche decide avisar a su amigo Overbeck quien inmediatamente viaja a Italia y se encuentra con las terribles escenas de su amigo en medio de alucinaciones y desbocadas fantasías, decide llevárselo a Basilea para internarlo en el manicomio para que fuera examinado por los médicos, pero ya era tarde, se había producido un derrumbe total de su psique, su madre y su hermana tomaron las riendas de su destino hasta su muerte.
Su familia y los médicos trataron de distraer la atención sobre las causas de su locura, dijeron que se trataba de una parálisis cerebral, de apoplejía, se habló de una enfermedad mental hereditaria, todo para tapar una causa mucho más mundana, una sífilis mal curada, una estratagema que el mismo Nietzsche hubiera condenado, la locura que padeció y su lenta agonía, fue tomado por algunos moralistas como el castigo divino por haberse atrevido a dictaminar la muerte de Dios  -   saulgodoy@gmail.com



 


No hay comentarios:

Publicar un comentario