jueves, 8 de febrero de 2018

Hablemos de libertad



He disertado con ustedes en múltiples ocasiones sobre el tema de la democracia y la libertad, les he explicado cómo trabaja una sociedad independiente, que toma sus propias decisiones, que construye su futuro y trabaja para lograrlo, que gracias a esa libertad en todo sentido, la gente aporta ideas, construye soluciones, y quizás lo más importante, porque es libre y responsable de su destino, no hace loqueras ni se pone en manos de iluminados ni revolucionarios, ni políticos que les prometen la felicidad si votan por ellos.
Una persona libre necesariamente tiene que pensar, saber cuáles son sus circunstancias, debe tener una idea sobre el terreno en el que pisa, cuáles son sus amenazas, sus características, sus ventajas, con qué y con quienes cuenta para lograr sus fines, y ese pensamiento debe necesariamente llevarlo a la necesidad de observar ciertas reglas y normas, entre ellas, cumplir con la palabra empeñada, honrar los compromisos y no convertirse en un estorbo para los demás.
Y es aquí donde tener claras las ideas es fundamental, el que utiliza la razón para pensar, lo primero que debe hacer es tener los conceptos bien establecidos, sin conceptos bien estructurados el pensamiento se hace confuso y la acción errática, lo cual, puede fácilmente llevarnos al error y al fracaso, pero si tenemos buenos fundamentos, si estamos seguros de lo que pensamos, decimos y hacemos, las oportunidades de éxito en nuestras empresas se multiplican.
Las ideas y los conceptos claros se obtienen principalmente por dos vías, la educación y la experiencia, con la educación nos valemos del conocimiento acumulado por siglos de gente que anterior a nosotros han vivido, han construido, se han equivocado, lo han mejorado y lo transmitieron para que las nuevas generaciones tengan herramientas para vivir bien y hacer un mundo mejor, para ello hay que asistir a la escuela y las universidades, hacer una carrera, leer y trabajar con el intelecto en un prolongado proceso de aprendizaje.
La otra manera es viviendo la vida en base al experimento y el error, viendo lo que la otra gente hace, copiando lo bueno y descartando lo malo, tomando riesgos y experimentando, ver dónde y cómo las cosas funcionan, asimilando los golpes y las perdidas, emulando a las personas exitosas, aprendiendo de las caídas, acumulando la experiencia y creando a nuestro entorno una red de seguridad.
Una combinación de ambas es lo ideal, de las ideas y de la experiencia, para ambas es importante la libertad, libertad para elegir, libertad para actuar, aún cuando las condiciones de nuestra vida no sea las mejores bien porque no tengamos una posición holgada y nos vemos obligados a posponer nuestros planes, si hay libertad siempre existe la posibilidad de que en algún momento podamos retomar lo que nos interesa, si hay voluntad e interés es casi seguro que podamos conseguir los medios para avanzar en nuestro proyecto de vida.
El problema en nuestro país ha sido la política, un concepto muy mal entendido que ha extraviado a millones de venezolanos por sendas donde lo primero que se sacrifica es la libertad, y si la política es mal entendida entonces conceptos como democracia, liberalismo, capitalismo, mercado, globalización y tantos otros resultan confusos y hasta aterradores, en Venezuela el principal problema es que nadie sabe que es política y todos son expertos en política, pregúntele a su vecino que es política y se dará cuenta que le dice algo diferente a sus compañeros de oficina o al concepto que tiene su esposa, o su jefe, o la que tiene usted en este momento, el problema parece estar en que no hay manera de ponernos de acuerdo sobre que es política, pero lo más grave, la palabra libertad nunca estará presente cuando se lo explican, y sin libertad es imposible la política.
Lo primero que tenemos que estar claros en política, es que la libertad nunca es absoluta, precisamente porque la política implica necesariamente participación en una red de relaciones, y por lo tanto, está regida por normas, jerarquías, costumbres y poderes que ya existían aun antes de nuestra aparición y participación en la misma, de modo que esa pretensión de autonomía e independencia tiene sus bemoles.
Nuestra libertad está condicionada por la libertad del otro, pero sigue siendo libertad, estos límites y responsabilidades, las obligaciones que se le imponen a una persona libre son parte fundamental de nuestro ser, y cuando actuamos en el cuerpo social lo hacemos políticamente, negociando, tratando de convencer al otro de nuestro punto de vista, llegando a acuerdos y en el peor de los casos entrando en conflicto, y recurriendo a la ley, a las normas, procedimiento e instituciones que regulan esos conflictos.
Llegados a este punto nos encontramos con un escenario bastante complejo, la palabra Libertad, en cualquier idioma, tiene múltiples acepciones, significan muchas cosas para diferentes eventos, el estudioso de la política, el filósofo Isaiah Berlin, logró sintetizar la libertad bajo dos modalidades, una libertad positiva, que implica la presencia de un poder, de una habilidad o capacidad que conlleva la libertad de hacer algo por nuestros propios medios, de conseguir nuestras metas; y la libertad negativa, que indica la ausencia de algo, de impedimentos, constreñimientos, interferencia por parte de otros, en especial del Estado.
A partir de la escogencia que hagamos del tipo de libertad a que nos referimos, a partir de allí, se le asignara a la libertad ciertos valores e ideología, me explico, para algunos el dinero da libertad de hacer, comprar, contratar, etc., esta libertad positiva es propia del pensamiento capitalista liberal; los socialistas por el contrario piensan que aras de la igualdad, algunas libertades deben ser reguladas para que todos tengamos oportunidades, de allí, algunas normas que limitan, coartan o restringen ciertas libertades económicas.
El sociólogo comunista Zygmunt Bauman, muy popular en Venezuela, era uno de los más fecundos propagandistas del socialismo, y de la necesidad de la sociedad en general de contar con un estado bienestar, que atendiera debidamente al colectivo, es decir, a aquellas personas que por sus “inseguridades” no eran capaces de vivir por su propia cuenta, de tomar sus propias decisiones, de proveerse un medio de vida.
Bauman, en su libro, En busca de la política (1999) asegura que el individualismo fue el causante de la cancelación del ágora, de los espacios públicos de decisiones, de la política; como buen enemigo del capitalismo y la globalización, acusa a la libertad individual de destruir el orden social, en sus propias palabras:
La sociedad no puede hacer felices a sus individuos; todos los intentos (o promesas) históricos de hacerlo han generado más desdicha que felicidad. Pero una buena sociedad puede -y debe- hacer libres .a sus miembros, no solo libres negativamente, en el sentido de no obligarlos a hacer lo que preferirían no hacer, sino en el sentido positivo, el de poder hacer algo con su libertad, el de poder hacer cosas. .. Y eso implica primordialmente la capacidad de influir sobre las circunstancias de su propia vida, formular el significado del "bien común" y hacer que las instituciones sociales cumplan con ese significado… todavía no se ha concretado el proyecto democrático de lograr una sociedad autónoma constituida por individuos autónomos.

La política, significa para muchos, la manera como el individuo entabla relaciones con el Estado, con ese constructo de instituciones, poder, autoridades y burocracia que, en el caso de Venezuela, nos legó el Imperio Napoleónico de la Europa Continental, una de cuyas funciones primordiales era legislar sobre las formas de propiedad, y este era un privilegio de los poderes públicos, que constituye justamente, la justificación principal de la existencia del Estado.
Para el economista francés Pascal Salin, en so obra Liberalismo (2000),  es imposible hablar de libertad si no se toma en cuenta la propiedad, nos dice el profesor Salin:
Si se admite que un individuo es dueño de sí mismo y no un esclavo, debe también admitirse que es dueño del fruto de su actividad, esto es, de lo que, en uso de su razón, ha sabido crear. En la medida en que la creación de riqueza se deriva de la aplicación individual de la razón, reconocer la naturaleza humana de alguien implica asumir sus derechos de propiedad sobre lo que sea capaz de crear. El capitalismo, sistema de apropiación privada de recursos, tiene pues el fundamento ético indiscutible, que se asienta en los derechos de propiedad de los creadores sobre sus obras.

Pero para el Socialismo y otras formas de gobiernos estatistas, el Estado pareciera contar con una Patente de Corso para expoliar a las personas de sus propiedades, no importa la excusa o finalidad de tal apropiación indebida, la naturaleza de la misma es ilegítima, nadie puede pretender ser dueño de una riqueza que no ha creado, sino que obtiene por medio de la coerción y la violencia.
Nos dice Salin más adelante en su interesante obra:
Frente a la propensión automática a considerar que el Estado es la norma para toda sociedad, más vale reconocer que la única norma debe ser el individuo, el cual, puesto que la libertad es inherente a su naturaleza, necesita, para su natural desenvolvimiento, de la propiedad…

Volvemos entonces al tema con que abrimos el artículo, los venezolanos tenemos un problema grave con la política porque no sabemos de que estamos hablando, pero si aducimos que somos un pueblo libre, si reiteramos a cada momento que no somos esclavos, no lo somos de nadie, llámese este amo (ponga usted el nombre del líder) o Estado (ponga usted el nombre del partido político), pero vean ustedes a las organizaciones políticas y sus jefes que tenemos en la actualidad y no hay uno solo, que ponga por encima de los intereses del estado, al individuo.
Todos prefieren lo que llaman un “estado fuerte” que sea capaz de dispensar lo que mientan “justicia social”, a todos los políticos se les hace agua la boca por llegar al poder, para contar con un estado capaz de coaccionar, por medio de la violencia a los ciudadanos, a que le entreguen el producto de su trabajo y creatividad al estado, por medios de dudosa legalidad, un estado que es empresario, propietario, financista, cuyo única función es robar a sus ciudadanos de recursos, oportunidades y riqueza.
Creo que ya es hora de detener esta concepción fallida y primitiva de hacer política, y permitir que los venezolanos puedan ser dueños de su futuro sin intermediarios.        -       saulgodoy@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario