Las
modas pasan, eso es incuestionable, aparecen, reinan en un momento y mueren,
cual gusarapos después de la lluvia; igual sucede con las ideas, aparecen en el
horizonte, ascienden en su esplendor y decaen con el ocaso, a algunas le toma
años, a otras lustros, a muy pocas siglos, pero al final son reemplazadas por
otras ideas, nuevas, adecuadas a las necesidades del momento, mucho más sólidas
en apariencia, pero siempre efímeras en el marco del tiempo, digamos, del
tiempo humano, para no entrar en consideraciones geológicas o astronómicas.
Acabo
de terminar la lectura del importante ensayo de Cynthia L. Haven,
La Invasión de los Franceses; la
autora hace la siguiente reflexión sobre lo que sucedió en la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, en el año de 1966, durante el simposio The Languages of Criticism and the Sciences of Man, y dice: “Así como la
fenomenología y el existencialismo fueron retados por el estructuralismo y el estructuralismo,
en su turno, por el posestructuralismo… el pensamiento francés de aquellos años
era extraordinariamente actual y estaba en el centro de las humanidades… Hoy,
en la segunda década del siglo XXI, el posestructuralismo ya no tiene el mismo
filo. Los académicos literarios au
courat están ahora ocupados con innovaciones tales como las propuestas por
Franco Moretti en el análisis literario, utilizando modalidades la de data-crunching, o el de las humanidades
digital, o combinando psicología evolucionaria con ciencia sobre el cerebro,
para determinar cómo estamos configurados en nuestro cableado neural para la
producción de ficción, para la apreciación estética y otras funciones.”
El evento en Baltimore fue aprovechado por Jaques Derrida, un
filósofo de origen argelino no muy conocido en los círculos académicos de Francia,
para lanzar su ataque mortal contra el estructuralismo y construir, en medio de
la turbulencia creada por su intervención, su propio nicho en las universidades
de USA como el autor del momento.
Vamos a pasearnos en estas líneas por esa última moda de las
humanidades, mencionada por la profesora Haven en su artículo.
En primer lugar, ¿Qué es eso de las humanidades digital?, una
novísima especialidad, asociada a las ciencias computacionales e informática,
que tiene que ver más con la manera como se trabaja, con la metodología, que
con una corriente del pensamiento. La música tuvo mucho que ver con el
desarrollo de la computación en las humanidades, pero también la necesidad de
traducir textos de una lengua a otra, de allí surgió el término de “Traducción
por Máquinas”.
Ayudar a las personas a comprender otras lenguas, en sus negocios
e investigaciones, por medio de un ordenador, era una necesidad que se hacía
patente con la globalización; se realizó un gran esfuerzo en digitalizar
diccionarios y hacerlos precisos, pero siempre los problemas semánticos y
sintácticos creaban ambigüedades; en 1952 se reunieron los expertos en
Traducción por Máquinas en la Universidad de MIT para tratar el tema, al que
luego se le fueron sumando lingüistas, criptógrafos, traductores simultáneos y
otra gama de especialistas.
Muy pronto, las máquinas fueron ayudando en la composición de
concordancias, glosarios, atribuciones del derecho de autor, estudios
estilísticos, cronología relativa, para solventar problemas de fragmentación en
los papiros, y el registro de las primeras bibliotecas digitales.
Uno de los investigadores que se benefició más temprano de estas
tecnologías fue el italiano Roberto Busa, autor del Index Thomisticus; en 1951, Busa, un jesuita, logra la asistencia
de la IBM para construir uno de los primeros índices de palabras para una obra
completa. Igual sucedió con los estudios bíblicos, cuyos investigadores
necesitaban de traducciones en varias lenguas arcaicas. Las nuevas tecnologías
fueron también usadas de manera intensiva con las traducciones de los rollos
del Mar Muerto.
Ese matrimonio ente la computadora y la palabra fue generando
nuevas relaciones no sólo en literatura sino en la historia, las artes, la
filosofía, hasta en la danza… nada qué decir del profuso uso que la
antropología y la arqueología le dan en los actuales momentos… aunque la
codificación de los objetos literarios al simple lenguaje binario siempre ha
sido un problema, por la compleja abstracción de las ideas que deben ser
recogidas en ambientes digitales, por la misma estructura del lenguaje, con sus
innumerables detalles, desde las marcas de puntuación hasta el tamaño y estilo
de la letra.
El desarrollo de la computación en el terreno de las humanidades
ha permitido la aparición de nuevas especialidades, como son la edición digital
de textos, la narratología, estudios de autores, estudios de multimedia, hasta
la minería de extensos recursos de data, que hace apenas unos pocos años era imposible
de lograr; los estudios comparativos se hicieron mucho más completos y pudieron
abarcar enormes sectores temporales y de estilo, de todo este desarrollo de
máquinas y programas, con la posibilidad de hacer data-crunshing en la minería de información, que antes no existía.
Hay unas pocas universidades en el mundo ocupadas en impartir estas
nuevas carreras, pero la tendencia es a una demanda en crecimiento, ¿Qué podría
decir el posestructuralismo de estas nuevas tendencias?
Con respecto a la psicología evolucionaria y a los avances de la
neurobiología, se están resolviendo ahora algunos de los problemas más complejos
del comportamiento humano, gracias a las manipulaciones biológicas del cerebro,
a la farmacología de punta, la neurocirugía, la nanotecnología y a la
estimulación de ciertas áreas neurales a las que se les hace seguimientos con
monitores de última generación, que nos enseñan lo que antes era invisible: el
cerebro trabajando al detalle.
La psicología evolucionaria parte de las bases sembradas por la
sociobiología, estableciendo tres postulados fundamentales: la mente es una
unidad modular masiva, es el resultado de un proceso evolucionario y se adaptó
a las condiciones del Pleistoceno, cuando se consolidó nuestro sistema neural.
Para esta disciplina de las nuevas humanidades, los pensamientos, las emociones
y comportamientos son mecanismos adaptativos que evolucionan en el tiempo.
Por último y no menos importante es la figura de Franco Moretti,
mencionado por la profesora Haven en su artículo, es el hombre del momento en
los círculos literarios del neomarxismo europeo, profesor de literatura en su
nativa Italia donde ha desarrollado un método que él denomina “Lectura a
Distancia” y que dentro de sus herramientas incluye metáforas u constructos
tales como gráficos, mapas y arboles evolutivos, con los que plantea una nueva
manera de ver la historia y el desarrollo de la literatura, ya le dedicaremos algún
artículo a estas teorías que están sacudiendo los predios de la filología en el
viejo continente.
Las nuevas explicaciones sobre nuestra naturaleza, la realidad y
nuestras ideas se están montando en estos trenes, que ya anuncian su partida
hacia su madurez y consolidación como la moda que viene.
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