sábado, 6 de enero de 2018

El último grito en las humanidades


Las modas pasan, eso es incuestionable, aparecen, reinan en un momento y mueren, cual gusarapos después de la lluvia; igual sucede con las ideas, aparecen en el horizonte, ascienden en su esplendor y decaen con el ocaso, a algunas le toma años, a otras lustros, a muy pocas siglos, pero al final son reemplazadas por otras ideas, nuevas, adecuadas a las necesidades del momento, mucho más sólidas en apariencia, pero siempre efímeras en el marco del tiempo, digamos, del tiempo humano, para no entrar en consideraciones geológicas o astronómicas.
Acabo de terminar la lectura del importante ensayo de Cynthia L. Haven, La Invasión de los Franceses; la autora hace la siguiente reflexión sobre lo que sucedió en la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, en el año de 1966, durante el simposio The Languages of Criticism and the Sciences of Man, y dice: “Así como la fenomenología y el existencialismo fueron retados por el estructuralismo y el estructuralismo, en su turno, por el posestructuralismo… el pensamiento francés de aquellos años era extraordinariamente actual y estaba en el centro de las humanidades… Hoy, en la segunda década del siglo XXI, el posestructuralismo ya no tiene el mismo filo. Los académicos literarios au courat están ahora ocupados con innovaciones tales como las propuestas por Franco Moretti en el análisis literario, utilizando modalidades la de data-crunching, o el de las humanidades digital, o combinando psicología evolucionaria con ciencia sobre el cerebro, para determinar cómo estamos configurados en nuestro cableado neural para la producción de ficción, para la apreciación estética y otras funciones.”
El evento en Baltimore fue aprovechado por Jaques Derrida, un filósofo de origen argelino no muy conocido en los círculos académicos de Francia, para lanzar su ataque mortal contra el estructuralismo y construir, en medio de la turbulencia creada por su intervención, su propio nicho en las universidades de USA como el autor del momento.
Vamos a pasearnos en estas líneas por esa última moda de las humanidades, mencionada por la profesora Haven en su artículo.
En primer lugar, ¿Qué es eso de las humanidades digital?, una novísima especialidad, asociada a las ciencias computacionales e informática, que tiene que ver más con la manera como se trabaja, con la metodología, que con una corriente del pensamiento. La música tuvo mucho que ver con el desarrollo de la computación en las humanidades, pero también la necesidad de traducir textos de una lengua a otra, de allí surgió el término de “Traducción por Máquinas”.
Ayudar a las personas a comprender otras lenguas, en sus negocios e investigaciones, por medio de un ordenador, era una necesidad que se hacía patente con la globalización; se realizó un gran esfuerzo en digitalizar diccionarios y hacerlos precisos, pero siempre los problemas semánticos y sintácticos creaban ambigüedades; en 1952 se reunieron los expertos en Traducción por Máquinas en la Universidad de MIT para tratar el tema, al que luego se le fueron sumando lingüistas, criptógrafos, traductores simultáneos y otra gama de especialistas.
Muy pronto, las máquinas fueron ayudando en la composición de concordancias, glosarios, atribuciones del derecho de autor, estudios estilísticos, cronología relativa, para solventar problemas de fragmentación en los papiros, y el registro de las primeras bibliotecas digitales.
Uno de los investigadores que se benefició más temprano de estas tecnologías fue el italiano Roberto Busa, autor del Index Thomisticus; en 1951, Busa, un jesuita, logra la asistencia de la IBM para construir uno de los primeros índices de palabras para una obra completa. Igual sucedió con los estudios bíblicos, cuyos investigadores necesitaban de traducciones en varias lenguas arcaicas. Las nuevas tecnologías fueron también usadas de manera intensiva con las traducciones de los rollos del Mar Muerto.
Ese matrimonio ente la computadora y la palabra fue generando nuevas relaciones no sólo en literatura sino en la historia, las artes, la filosofía, hasta en la danza… nada qué decir del profuso uso que la antropología y la arqueología le dan en los actuales momentos… aunque la codificación de los objetos literarios al simple lenguaje binario siempre ha sido un problema, por la compleja abstracción de las ideas que deben ser recogidas en ambientes digitales, por la misma estructura del lenguaje, con sus innumerables detalles, desde las marcas de puntuación hasta el tamaño y estilo de la letra.
El desarrollo de la computación en el terreno de las humanidades ha permitido la aparición de nuevas especialidades, como son la edición digital de textos, la narratología, estudios de autores, estudios de multimedia, hasta la minería de extensos recursos de data, que hace apenas unos pocos años era imposible de lograr; los estudios comparativos se hicieron mucho más completos y pudieron abarcar enormes sectores temporales y de estilo, de todo este desarrollo de máquinas y programas, con la posibilidad de hacer data-crunshing en la minería de información, que antes no existía.
Hay unas pocas universidades en el mundo ocupadas en impartir estas nuevas carreras, pero la tendencia es a una demanda en crecimiento, ¿Qué podría decir el posestructuralismo de estas nuevas tendencias?
Con respecto a la psicología evolucionaria y a los avances de la neurobiología, se están resolviendo ahora algunos de los problemas más complejos del comportamiento humano, gracias a las manipulaciones biológicas del cerebro, a la farmacología de punta, la neurocirugía, la nanotecnología y a la estimulación de ciertas áreas neurales a las que se les hace seguimientos con monitores de última generación, que nos enseñan lo que antes era invisible: el cerebro trabajando al detalle.
La psicología evolucionaria parte de las bases sembradas por la sociobiología, estableciendo tres postulados fundamentales: la mente es una unidad modular masiva, es el resultado de un proceso evolucionario y se adaptó a las condiciones del Pleistoceno, cuando se consolidó nuestro sistema neural. Para esta disciplina de las nuevas humanidades, los pensamientos, las emociones y comportamientos son mecanismos adaptativos que evolucionan en el tiempo.
Por último y no menos importante es la figura de Franco Moretti, mencionado por la profesora Haven en su artículo, es el hombre del momento en los círculos literarios del neomarxismo europeo, profesor de literatura en su nativa Italia donde ha desarrollado un método que él denomina “Lectura a Distancia” y que dentro de sus herramientas incluye metáforas u constructos tales como gráficos, mapas y arboles evolutivos, con los que plantea una nueva manera de ver la historia y el desarrollo de la literatura, ya le dedicaremos algún artículo a estas teorías que están sacudiendo los predios de la filología en el viejo continente.
Las nuevas explicaciones sobre nuestra naturaleza, la realidad y nuestras ideas se están montando en estos trenes, que ya anuncian su partida hacia su madurez y consolidación como la moda que viene.
-          saulgodoy@gmail.com





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