viernes, 15 de septiembre de 2017

¿Qué vamos a negociar?


Existe una mala práctica enquistada en la MUD por parte de algunos líderes de los partidos políticos que la conforman, y es la arrogancia, que conjugada con la ignorancia y el pragmatismo, dan como resultado, un colaboracionismo con el gobierno criminal de Maduro.
La arrogancia les viene de creerse unos salvadores de la patria, su actitud es que le están haciendo un favor a la gente prestando sus nombres para los asuntos públicos en los que se involucran, exigen pleitesía, obediencia a sus designios, cero tolerancia con la crítica y para rematar el papelón, se creen infalibles, y si algo sale mal durante su gestión, siempre hay alguien o algo a los que pasarle la responsabilidad.
En cuanto a la ignorancia, es real, no tienen nada en la cabeza, no leen, no estudian, no discuten, sus análisis de las situaciones del país no escapan del horizonte de sus propios intereses, que se podría resumir en: lo que es bueno para ellos, es bueno para el país.
Practican con cierto tino la retórica, que más que una ciencia es un arte, pero sus argumentaciones son superficiales, nada profundas y llenas de zalamerías hacia el público accidental, no se comprometen, no fijan posiciones, y cuando no se presentan como el vivaracho rey del burdel, el gallo que más aletea en su partido, adoptan la pose como graves catedráticos, con sus rostros constipados, con el dedo índice apuntando al cielo mientras pontifican.
Creen saberlo todo pero su experticia viene del oficio de bedeles en la administración pública o de ser exitosos recaudadores de fondos para las campañas políticas, algunos dan la impresión de conocedores del derecho pero no pasan de ser unos plomeros de las leyes, conocen de lapsos, procedimientos, recursos, pero no tienen la menor idea de cómo impacta una ley la vida en sociedad, carecen de imaginación.
Y están por supuesto, los “líderes sociales”, los que suben cerro y atienden las necesidades de barrios y urbanizaciones, de pueblos y caseríos y que solamente se les ve en campañas electorales, rodeados de periodistas enseñando las llagas de la sociedad, y prometiendo sanarlas si votan por ellos, pretenden tener la capacidad de dirigir un estado o al país, por el sólo hecho de hacer conversatorios con los vecinos y haber asfaltado la calle de alguna comunidad (que efectivamente, es una proeza), son osados y no se amilanan ante el tamaño de los retos, así no puedan con ellos, son los perfectos voluntaristas.
Toda esta fauna padece de una enfermedad incurable y es su pragmatismo, no entendido en los términos filosóficos de Dewey, Pierce o James, sería demasiado pedir, sino en ese sentido de la oportunidad que caracteriza al venezolano de a pié, y que nos signa como los eternos buscadores de esas soluciones a nuestros problemas, que impliquen el menos trabajo y sacrificio posible.
Si hay que trabajar, pensar, analizar, criticar o incluso, tener que empezar una y otra vez hasta que el resultado satisfaga nuestro sentido de una labor bien hecha, ese no es el camino, si el problema les va a robar mucho de su tiempo se lo dejan a una comisión delegada, para que duerma el sueño de los justos.
Todo en política en nuestro país se hace a la carrera, con un resultado pronto y a la mano, la carga se corregirá en el camino, lo importante es mostrar resultados, ser eficientes, repito, siempre y cuando los intereses de los políticos no estén comprometidos, por eso es que el país vive en una constante sorpresa ante los cambios, nada es estable, se sacan comunicados que no tienen ni pies ni cabeza, se hacen declaraciones que desafían cualquier lógica, se aprueban regulaciones que hay que cambiar la semana que viene por imposibles de aplicar, todos vivimos de un salto de mata a la otra, en estupor constante.
Ah, pero entonces vienen las buenas prácticas, lo políticamente correcto, los ejemplos históricos, lo que otros hicieron en un caso similar, nuestra política vive de precedentes (no los revolucionarios, que con su complejo de Adán están creando al mundo de nuevo), ninguna decisión o curso de acción debe definirse si se aleja mucho de los patrones tradicionales que implican, negociar antes de entrar en conflicto, ceder antes de perderlo todo, conformarse con algo que con el tiempo se irá incrementando, convivir con el enemigo antes que confrontarlo, perdonar antes que hacer justicia, darle tiempo al problema para que se resuelva solo, retractarse en algún punto si esto implica acelerar la solución.
El problema amigo lector es que los políticos que tenemos manejando nuestros destinos, no son ni capaces ni confiables, dicen una cosa y hacen otra, no piensan en nosotros cuando toman las decisiones, es lo que a ellos les parece, cómo y cuándo, no consultan, no informan, todo lo contrario, desinforman, les gusta trabajar en las sombras, pero se arrogan toda la representatividad obtenida por nuestros votos.
Se dicen demócratas porque son adictos a las elecciones (preferiblemente las que no son libres y confiables) pero carecen de todas las demás virtudes de la decencia humana, no les gusta rendir cuentas, se perpetúan en los cargos, son autoritarios, les encanta mentir, se rodean de gente con prontuarios de mala conducta o de poca lealtad, creen que todo es negociable, incluyendo a sus seguidores, sus personas, sus familias, el partido y el país, todo tiene un precio.
Pero la más peligroso de esa arrogancia es que se creen mucho más “vivos” y aventajados que los chavistas, digo, los duros de verdad, los mafiosos, los que están conectados con Cuba, con los carteles de Sinaloa y Juárez, con los inversionistas chinos y rusos, con el directorio de las FARC, con los pranes, y con todo bicho de uña que exista, que son al final, con quienes hay que negociar si a negociar vamos.
Cuando la policía negocia con secuestradores y otros criminales no necesitan de garantes ni de organizaciones expertas en llegar a acuerdos, simplemente buscan aminorar la pérdida de vidas humanas y bienes, tratar de salir de la situación con el mínimo de violencia posible, se esfuerzan de convencer al pillo de que se entregue haciéndole ver lo mucho que tiene que perder, hay casos en donde les permiten salir de la trampa en la que están metidos para aliviar la presión, pero de inmediato son perseguidos y capturados, en este tipo de negociaciones el resultado es predecible, el criminal siempre pierde, su impunidad, su libertad, no están en la mesa de negociación.
¿Qué pudiera negociar Borges y Co., con el chavismo? ¿Mejores condiciones electorales? ¿La libertad de los presos políticos? ¿Retirar las acusaciones por violadores de Derechos Humanos? ¿Qué le quiten las sanciones impuestas por los EEUU? ¿Qué la AN trabaje coaligados con Maduro? ¿Qué Maduro renuncie? ¿Qué bailen pegados en una Comisión de la Verdad? ¿A cambio de qué? ¿De que los venezolanos nos subordinemos a ese frankenstein de la Constituyente comunal?
De acuerdo al comunicado de la MUD sobre estas reuniones preparatorias para la supuesta negociación, parecieran estar dispuestos a esperar hasta las elecciones presidenciales en el 2018 ¿Puede el país soportarlo?
Si la salida que se prevé es una cohabitación con el chavismo, reconociéndole su estatus político a pesar del inmenso desfalco que le hicieron a la nación, de la sangre derramada, del dolor producido, de la destrucción de las instituciones, dejándole toda la infraestructura criminal operativa, con las armas, con sus bandas de delincuencia organizada, con unas FFAA chavistas no estaríamos logrando sino posponer una vuelta de la dictadura al poco tiempo.
En un contubernio con estos criminales llevaríamos todas las de perder y ellos todas las de ganar la única solución que yo veo es ponerlos contra la pared, desarmarlos, procesarlos, sacar a los cubanos de Venezuela, aprovechar el músculo internacional para que nos garanticen la paz en los procesos de transición, en la recepción y distribución de la ayuda humanitaria y en la consecución de la estabilidad económica del país.
Venezuela va a necesitar de una gran inversión internacional que no va a venir al menos que garanticemos que el chavismo no volverá por sus fueros y la única manera de hacerlo es encerrándolos bajo llave, y jamás permitir que este tipo de movimientos antidemocráticos vuelvan a tomar el poder en unas elecciones.
Ya escucho de nuevo el discurso de que esto lo tenemos que resolver entre nosotros que somos venezolanos, me van a perdonar, los chavistas no son venezolanos, ni son personas razonables, ni se les puede creer, idolatran a un hombre que han hecho Dios, se comportan como una secta y no les tiembla el pulso al momento de asesinarnos, yo no puedo ni quiero negociar con alguien que me ve y me trata como su esclavo.
Sería el colmo de la traición por parte de Borges llegar a acuerdos con el chavismo justo cuando los tenemos derrotados, no podemos desperdiciar el momentum alcanzado por la presión inmensa de la comunidad internacional, la única negociación posible sería la renuncia de Maduro y la instalación en el país de una fuerza de paz multinacional para pacificar al país, sería una estupidez por parte de nosotros los venezolanos permitir otra negociación que no sea la entrega, el desarme y los procesos judiciales de estos criminales, o es ahora o nunca.
Pienso que lo más apropiado es que los demócratas repudiemos a Julio Borges, le exijamos su renuncia a la presidencia de la Asamblea Nacional, hagamos una marcha en contra de estas reuniones en Santo Domingo y que todos los partidos que enviaron delegados sean públicamente aborrecidos como instrumentos del chavismo, no nos quedemos callados no queremos convivir con torturadores, asesinos ni narcotraficantes.
Me enferma la gente que habla de conciliación, de perdón, aún con las heridas abiertas, con el recuerdo de nuestros jóvenes asesinados en la memoria, con la presencia diaria de venezolanos padeciendo de las medidas que toma el dictador y ejecuta su régimen como si fueran nuestros dueños, primero tiene que venir la justicia, el desmontaje del horror, el desarme, el cumplimiento de un proceso de limpieza del país, que los culpables paguen sus deudas con la sociedad.
No me vengan a tratar de convencerme que nuestro caso es igual al de Ruanda o al de Colombia, que debemos copiar modelos transicionales como los de Suráfrica, o los de Chile, nada se parece a lo que hemos vivido, aquí no había 40.000 personas en armas, ni la mitad de la población oprimiendo a la otra mitad, ni a todo un ejército sometiendo al pueblo por medio de las armas, aquí en Venezuela lo que hubo fue una entrega cobarde y traidora del país a Cuba por parte de un grupo de criminales, no más de 200 personas que hoy están multimillonarias a costa de todo el país, personas buscadas por la justicia internacional y que no tienen a donde escapar, y lo que está sucediendo en Santo Domingo es una compra-venta de impunidad, mas nada.    -   saulgodoy@gmail.com





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