viernes, 4 de agosto de 2017

Ser coherente en política


Investigando sobre este asunto de la coherencia en política me he encontrado con un vacío conceptual, quizás por aquello que la coherencia tiene que ver más con la psicología de la persona, con sus procesos cognitivos internos y no con la disciplina de la política como tal, y si como dice Hannah Arendt que la política está dirigida a la acción, condicionada por los eventos y por los cambios, poco se podría decir sobre la coherencia en política.
Pero la coherencia tiene mucho que ver con la verdad y es inescapable para la política el manejo de la verdad, la verdad como virtud y la verdad como constatación de hechos relevantes al quehacer político.
Los políticos actúan en un mundo de interacciones de carácter social en el que más de las veces imaginan a los hombres y mujeres como honestos, como ciudadanos que tienen valores y principios que condicionan sus actuaciones, la gran mayoría de los políticos se autocalifican como honestos, porque a nadie en su sano juicio le gustaría estar representado por alguien deshonesto.
Y para ser honesto hay que conocer que es verdad y que es mentira, y una de las teorías sobre la verdad dice, que para que una creencia sea verdadera debe ser coherente con otros sistemas de creencias, los idealistas van un poco más allá y dicen que la realidad está configurada por ideas y juicios, y que estos deben ser coherentes.
De modo que sí, en algún momento el político y la política deben ser coherentes para poder actuar y no incurrir en errores, contradicciones o en mentiras.
Durante los últimos 18 años, con la aparición del chavismo como fuerza política lo que los venezolanos hemos vivido ha sido un mundo de incoherencias, mentiras, contradicciones y errores garrafales que no sólo han desquiciado nuestras vidas, sino que han puesto patas para arriba a nuestro país, el gobierno ha sustituido nuestra realidad por un constructo de país que no existe, por medio de la propaganda nos quiso hacer creer que estaban construyendo un nuevo orden, un hombre nuevo, infinitamente mejor del que conocimos como república democrática.
Pero todo era mentira, se nos vendieron como patriotas bolivarianos con una moral y una ética a prueba de corrupción, preocupados por los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, que su misión era acabar con la pobreza y hacernos un país-potencia, que seríamos felices, prósperos, que nuestra economía sería la envidia del mundo, que gozaríamos de paz, armonía , solidaridad y un mundo de amor gracias a un Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, bajo el ideario del pensamiento del padre de la patria Simón Bolívar.
Todo lo contrario ocurrió, falsificaron un proceso, el estado se convirtió en una caja negra, la censura y la hegemonía comunicacional se encargaron de imposibilitar constatar la realidad con las ilusiones, nos llenaron de estadísticas manipuladas, de salud, de alfabetismo, del programa de vivienda, de producción agrícola e industrial, nada de lo que decía el gobierno era verdad y se hiso muy difícil probarlo.
Le cambiaron el nombre a casi todo que era referencia para el país, avenidas, obras públicas, nos dieron como moneda un Bolívar Fuerte devaluado en 1000% nos cambiaron los símbolos patrios, empezaron a hablarnos de una guerra económica, de sabotajes, a los partidos de izquierda de toda la vida, los llamaron de la derecha imperialista, a la represión la confundieron con zonas de paz, a los presos comunes con privados de libertad, al amor nos lo trocaron por violencia gratuita, hasta nos dieron un Ministerio para la Felicidad en medio de una escalada general de pérdida de calidad de vida.
Nada tenía coherencia en el discurso político, se decían cosas diferentes a las que se hacían, introdujeron una Justicia Revolucionaria, no habían presos políticos sino políticos presos, la inseguridad que enfrentaba a diario la ciudadanía era apenas una “sensación”, la propiedad empezó a tener géneros y subgéneros, había propiedad comunitaria, socialista, mixta, las vivienda que el gobierno entregaba era sólo para el uso pero no para la disposición, los cargos públicos todos eran temporales y de libre remoción, nos cambiaron el horario, las elecciones y nuestro voto era controlado por el CNE, dejó de ser un derecho para convertirse en una función del gobierno, no había posibilidad de ejercer la controlaría social, que tanto publicitaron, porque no había información, por lo que nadie rendía cuentas…
De modo que efectivamente, la política dejó de ser racional y coherente, la mentira sustituyó a la verdad y cuando eso sucede, la democracia y las libertades, que son el objeto de la política, dejaron de tener sentido, la Constitución y la República que son pilares fundamentales del estado moderno, podían anularse por decisión del partido de gobierno, la vida y la propiedad de los ciudadanos pertenecían ahora al estado que decidía a quien se las quitaría, y a quien se la daría.
Por estas razones, que todos hemos sufrido en carne propia, es que no sólo desconcierta, sino que enfurece cuando un político de la oposición democrática empieza a actuar y a decir cosas incoherentes con el discurso y la línea de acción, que como unidad democrática hemos tenido, ante la esquizofrenia del chavismo.
Aparentemente contamos con unos políticos y unos partidos políticos que cuando se les menciona la palabra “elecciones” pierden el control de sus esfínteres, se les nubla la razón y empiezan hablar incoherencias, igual que sucede en aquella novela de espionaje de la Guerra Fría, El Candidato de Manchuria, donde un prisionero de guerra norteamericano es sometido a un lavado de cerebro por los Chinos y controlada su mente por medio de una palabra, el prisionero es liberado y llega a ser candidato a la presidencia de los EEUU.
En un paralelismo impresionante, cuando el chavismo menciona la palabra “elecciones” son pocos los políticos que resisten la orden pos hipnótica que desata en ellos un balbuceo incontrolable sobre defender espacios políticos (¿Qué espacios son esos? ¿Son a prueba de violentos y Guardias Nacionales con ganas de partir cabezas?), de lanzar candidaturas, campañas, que no nos suceda lo del 2007, que asistiendo a las elecciones podríamos contar con 20 gobernaciones y cientos de alcaldías sin importar quien convoca, quien controla el conteo de los votos y quien decide esos comicios.
Si algo ha demostrado la oposición venezolana es su incapacidad de mantener a sus candidatos en sus puestos ganados en elecciones bajo condiciones de normalidad, si no es por el presupuesto, lo asedian con nombramientos paralelos, con inhabilitaciones, con persecuciones, con cárcel, con turbas violentas que le impiden el ejercicio del cargo, ganar una elección en Venezuela bajo el régimen del chavismo no garantiza ningún espacio.
El arma secreta del chavismo en contra de la oposición democrática venezolana es su propia representación política, quienes ante un señuelo electoral son capaces de abandonar toda sindéresis, todos nuestros logros en esta lucha a muerte en contra del fascismo militarista y arrojarse a los brazos de un CNE podrido para hacer “lo único que sabemos hacer, ganar elecciones”
Es patético escucharlos argumentar a favor del CNE “Porque mi curul lo gané con éste CNE” o este otro clásico “Nuestras grandes victorias electorales las logramos a pesar de éste CNE”.
No les importa que estemos ante el poder y la trampa de un narco estado, que los venezolanos hayamos denunciado internacionalmente justamente, a este CNE por tramposo, que su presidenta esté sancionada como una criminal por los gobiernos del mundo, que acaba de demostrarnos de lo que son capaces con las elecciones de la Constituyente comunal, que sus socios que suplen de máquinas electorales al proceso, hayan declarado que se puede hacer fraude con ellas, y todavía creen que ellos fueron los que vencieron al CNE…
Entonces vienen los memes sobre política, “el arte de lo posible” o este otro “La política abre caminos donde no hay” o el consabido “todo es negociable” que no son otra cosa que generalizaciones, malas metáforas, de gente que de política sabe menos que su supuesto interés por recoger el guante cada vez que se lo arrojen.
Los que quieran empantanarse en este episodio de lavarle la cara a Maduro y su régimen, los que quieran hacerle comparsa al PSUV con unas elecciones hechas con su CNE, allá ellos, pero la oposición decente, democrática, coherente y creyente de que la verdad existe y nos hace libres, deberíamos apartarlos de nosotros, tanta incoherencia termina por contagiar al más pintado.  –
saulgodoy@gmail.com



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